viernes, mayo 26, 2017

La muerte de la muerte: animales para siempre

 
El hombre del conocimiento camina entre los hombres como entre animales. Friedrich Nietzsche
  
Probablemente se trate de otro titular de prensa. Quien hace la declaración es José Luis Cordeiro. Llamémoslo científico. Es de suponer que tiene sus galones, que ha estudiado en las más prestigiosas universidades y ha realizado investigación puntera en su campo, y no me planteo siquiera que pueda caberme alguna duda de que se trata de un tipo excepcionalmente inteligente y competente.
 
Vaya por delante que no soy un fan de la muerte. Eso de que el cuerpo de mis seres queridos y el mío propio se corrompan y dejen de funcionar me pone.....enfermo....¡me mata! La posibilidad de un Dios está ahí, como posibilidad. Me resulta harto difícil confiarme a ella ciegamente, al menos en las actuales circunstancias, aunque imagino que si la muerte me acechase miraría cualquier rayo de luz como una señal de la máxima trascendencia. Soy débil e incoherente: eso no hace falta que nadie me lo diga. 
 
No he substituido no obstante una fe trascendente por una fe en la ciencia, no al menos de una forma tan absoluta que me lleve a creer que llegaremos a conocerlo y a controlarlo todo, esto es, a ser tan omniscientes y omnipotentes como el Dios que algunos científicos se esfuerzan en arrojar desde las alturas, para que sea el nuevo ángel caído.
 
Los sacerdotes de estas religiones seculares que llevan la bata del científico en lugar de la sotana de los clérigos no me inspiran mucha más confianza que éstos últimos, que desde los púlpitos de las iglesias tratan de hacernos creer que lo que ellos dicen es, de alguna forma, lo que Dios quiere que oigamos....y practiquemos. 
 
Y no me entiendan mal: admiro a gran parte de los científicos, de ahí este blog, y el blanco luminoso de su armadura del conocimiento, suma de todos los colores, me ofrece más esperanza que el negro de la armadura del dogma de la sotana, con su ausencia de todo color y, para mi, de toda esperanza.
 
No me llamen anticlerical. No es eso. Nunca será ése el problema. Nunca lo seré. Pero tampoco esperen que espere algo de la Iglesia. La esperanza requiere ciertos presupuestos sobre la incertidumbre y su manejo a partir de las evidencias disponibles y no estoy por la labor de construir castillos en el cielo.....o paraísos artificiales...a la medida de mi humanidad. No creo que lo humano sea en sí muy trascendente.
 
Pero ay....¡guárdenme también de los profetas del Transhumanismo y de sus patrañas disfrazadas con la bata científica!
 
Primero de todo: no tienen ni idea, sus predicciones son pura especulación basada más en sus intereses vinculados al patrocinio de sus investigaciones que en el más mínimo indicio de que lo que hacen pueda llevar a donde dicen que puede y debe llegar.
 
Y en segundo lugar cabe preguntarse al menos dos cosas:
 
1- ¿Para qué?
 
2- ¿Hasta dónde?
 
La evolución por selección natural nos ha llevado a  un estado de cosas y seres, a una naturaleza, en la que todo lo que se organiza en estructuras y funciones, todo objeto o sujeto, son finitos, física y temporalmente. Los recursos ponen coto al crecimiento exponencial de los seres vivos, desde las bacterias hasta el excelsísimo (por autoproclamación) ser humano. Y prolongar nuestras vidas por mero instinto de supervivencia, que es el que nos permite simplemente vivirlas, no deja de ser un desatino: por mucho que nos desagrade (y a mí me desagrada profundamente), vivimos para perpetuar la vida en otros, y el cambio es la única constante, que en su fluir heráclitico nos arrastra corriente abajo a las profundidades de la inexistencia. 
 
Nuestra mente es un producto de la selección natural, así que el "para qué" tiene todo el sentido. ¿Para prolongar todas las estrategias cognitivas y emocionales que han evolucionado para una vida finita? 
 
Y los recursos son limitados, así que el "hasta dónde" es un asunto de la mayor importancia.
 
En cierto sentido los transhumanistas viven la ilusión de quién juega a la lotería que piensa que cuando le toque el gordo su vida será mejor. Pero como ya han puesto de manifiesto algunos estudios psicológicos, la realidad es que la vida después del gordo no es mucho más feliz de lo que lo era antes, al menos pasado un año....e incluso podría ser peor. Y el problema de la lotería se puede aplicar al de la prolongación de la vida de la misma manera, porque las mismas limitaciones de nuestra biología operan en nuestra mente, que no está preparada ni para la abundancia ni para la eternidad.
 

11 comentarios:

idea21 dijo...

"por mucho que nos desagrade (y a mí me desagrada profundamente), vivimos para perpetuar la vida en otros, y el cambio es la única constante"

Pero ¿no es esto una superstición? "Perpetuar la vida en otros"... eso sin duda es el determinismo biológico de todos los seres vivos, pero ¿en qué nos vincula eso a nosotros, en tanto que seres humanos, individuos de grandes cerebros con sus propios intereses? ¿Vamos a sustituir la fe en Dios por la fe en Gaia o en la Naturaleza, con "N" mayúscula?

Determinismo biológico es también que todos los individuos teman a la muerte, luego la actitud de los transhumanistas contraria a la muerte es perfectamente lógica. Si un perro pudiese elegir entre ser inmortal y no serlo, claro que elegiría ser inmortal por el mismo motivo que un hombre. Para quien tenga la fe supersticiosa de que formamos parte de un plan divino -o "Natural"... con "N" mayúscula- por el que el morir es "bueno" porque eso sucede en todos los seres vivos (hasta ahora...), pues sin duda que sea muy feliz viviendo su fe como otros lo son viviendo la suya, pero para quienes no somos supersticiosos la muerte nos parece un fenómeno natural como otro cualquiera -como la enfermedad, el sexo... o la tecnología- y como tal fenómeno natural debe ser tratado. Puede que conseguir la inmortalidad no sea más imposible que viajar a la Luna. ¿No es una arrogancia el pretender saber si esto es así o no, hoy en día?

Solo un supersticioso con prejuicios -valga la redundancia- puede asegurar hoy, en el año 2017 que conoce los límites de la ciencia y la tecnología que el ser humano no podrá superar digamos en el año 3000...

Y aún más supersticioso es pretender que las formas sociales de hoy van a perpetuarse por los siglos de los siglos.

http://unpocodesabiduria21.blogspot.com.es/2014/04/la-era-de-las-maquinas-espirituales.html

Germánico dijo...

Hola idea21,

Yo hablo del diseño de nuestra mente. Aunque algunos creen que pueden cambiarlo. Que lo intenten.

En cuanto a lo de ser eterno....yo me apuntaría, siempre y cuando pudiese apagarme cuando quisiera.

idea21 dijo...

"En cuanto a lo de ser eterno....yo me apuntaría, siempre y cuando pudiese apagarme cuando quisiera."

Con ello contradices el instinto de supervivencia

En cuanto al "diseño de nuestra mente"... Primero tendríamos que definir qué es tal cosa. ¿Nuestra mente a los ocho años es la misma que a los cuarenta? Tenemos, sí, la conciencia de que sí es la misma -identidad- pero parece ser que eso es una especie de ilusión que crea nuestro cerebro.

Es indudable que en el futuro se averiguarán más cosas al respecto. Esperemos que para entonces nuestra cultura -que no nuestra naturaleza- haya cambiado lo suficiente como para afrontar tales cambios sin los conflictos ideológicos de hoy.

Germánico dijo...

Es posible que me contradiga en algo, pero no sé exactamente en qué. ¿A qué te refieres con que contradigo mi instinto de supervivencia? Mi cerebro es un producto de la evolución biológica que tiene múltiples mecanismos adaptados a preservar la integridad del organismo. Si puedo, firmando un papel, preservar dicha integridad, junto con la integridad de mis seres queridos, probablemente lo haría, guiado....por el instinto de supervivencia. La cuestión vendría después, una vez dicho cerebro "diseñado" para sobrevivir (entendiendo esto en un sentido amplio y, desde luego, a toda edad) no tuviera que ocuparse de sobrevivir, o no tuviera que dedicar prácticamente tiempo alguno al asunto. Los sucedáneos, los juegos y demás, podrían proporcionar una satisfacción temporal...pero si el cambio en la condición respecto a la duración de la vida no viene acompañado de alguna otra clase de cambio fundamental en los mecanismos de "uso y disfrute" de dicha vida, de algún cambio en el cerebro y en la mente que los "adaptara" al nuevo ambiente, la posibilidad de alcanzar el vacío, el hastío, la saturación, el pleno sentido del sinsentido....serían muy reales. Una de las grandes cuestiones de la vida es, por ejemplo, la íntima e inextricable relación entre el dolor y el placer, entre la necesidad y la saciedad, entre el malestar y el bienestar. Parecen no poder existir los unos sin los otros.

Yo no albergo grandes expectativas respecto al progreso de nuestra "cultura". Seguimos siendo animales de la edad de piedra, pero con algunas herramientas y, eso sí, grandes ínfulas.

idea21 dijo...

"¿A qué te refieres con que contradigo mi instinto de supervivencia?"

Entre otras cosas, dices:

"prolongar nuestras vidas por mero instinto de supervivencia, que es el que nos permite simplemente vivirlas, no deja de ser un desatino"
y
"Nuestra mente es un producto de la selección natural"

Si nuestra mente es un producto de la selección natural, entonces el deseo de prolongar nuestras vidas también lo es. El deseo de inmortalidad -ser "como dioses"- es perfectamente natural. Como nuestros cerebros son tan grandes tenemos memoria, imaginación y capacidad de anticipación, así que la idea de la inevitabilidad de la muerte naturalmente nos repugna, no tiene nada de desatino.

Aceptar la muerte es tan necesario como aceptar nuestro deseo de inmortalidad. Ambos son fenómenos naturales, pero a nosotros nos toca afrontar los inconvenientes de ambos fenómenos para llevar a cabo una vida "buena"... lo cual nos exige primero averiguar cuál es ésta, ya que, al fin y al cabo, casi cualquier forma de vida puede ser más o menos "buena" dependiendo de nuestro contexto cultural.

El problema de los "transhumanistas" es el poco calado filosófico de su especulación. Por una parte piensan en la inmortalidad como un producto más del mercado adaptado a la sociedad convencional de hoy. Por otra parte, no consideran la utilidad para la mejora social que tal especulación puede llegar a tener -históricamente, las religiones que predicaban el más allá, como egipcios, platónicos y cristianos, eran de un alto nivel moral-. Finalmente, no consideran los cambios que implicaría la inmortalidad para nuestra forma de vida. Como bien dices, estamos diseñados para una vida finita (tanto para desear no morir... otra contradicción, y en este caso de nuestra biología humana).

Mucha gente cree que el cristianismo prometía vida eterna como añagaza para obtener más feligreses. Si el truco era tan fácil y barato, otras religiones hubieran podido recurrir a él también. Pero la realidad es que el cristianismo prometía eternidad como consecuencia de su dimensión compasiva: los pobres muertos no podían quedar abandonados a su suerte de la misma forma que había que dar de comer al hambriento y de beber al sediento.

Germánico dijo...

Creo que, en efecto, y desde un punto de vista lógico, es un desatino querer hacer eterno lo que por su naturaleza ni lo es ni podría serlo. Precisamente porque nuestra mente es un producto de la selección natural no es una máquina perfecta de inferencia lógica ni, desde luego, está diseñada para una vida eterna. No veo que esta perspectiva me haga incurrir en contradicción, salvo que entendamos por tal que en mi interior el punto de vista lógico no prevalece….de ahí que admita sin ambages que soy débil…

Por lo demás creo que lo que expones es interesante. Sin embargo por muy elevado que sea el estándar moral de las cosmovisiones diversas, la moral resulta ser también una adaptación de nuestra naturaleza social….otra cosa que habría que revisar en un hipotético mundo sin muerte.

idea21 dijo...

"desde un punto de vista lógico, es un desatino querer hacer eterno lo que por su naturaleza ni lo es ni podría serlo."

No hay nada lógico en la fidelidad "a la naturaleza" porque, al fin y al cabo, los Homo Sapiens tampoco tienen alas, y sin embargo vuelan.

"salvo que entendamos por tal que en mi interior el punto de vista lógico no prevalece"

Es que la mente humana no se atiene a las reglas de la lógica. https://es.wikipedia.org/wiki/Tarea_de_selecci%C3%B3n_de_Wason Tampoco hay nada lógico en creer en espíritus y seres sobrenaturales y no se ha descubierto aún pueblo alguno "en estado de naturaleza" que no crea en ellos.

Desear la vida eterna es perfectamente acorde con nuestra naturaleza, aunque, en base a los conocimientos científicos actuales parezca inviable. La lógica no tiene nada que ver.

Y, para colmo, recordemos cómo Auguste Comte (filosofía de la ciencia) sentenció en 1835 que algunos conocimientos son inalcanzables, como, por ejemplo, saber de qué están hechas las estrellas... y solo quince años después se hicieron grandes avances en el estudio del espectro de luz de las estrellas, que revelaba datos sobre los elementos que las componen...

Germánico dijo...

Me da la sensación de que estamos de acuerdo en casi todo, pero quizás exista una confusión en los términos. Yo parto de que la lógica formal es científicamente válida y objetivable....y que de ella no se puede desprender prácticamente nada de lo que nuestros instintos nos dictan, de ahí que diga que


"desde un punto de vista lógico, es un desatino querer hacer eterno lo que por su naturaleza ni lo es ni podría serlo". Una mente eterna dejaría de ser una mente humana, sería otra cosa.


Respecto a Comte, mientras decía que


"algunos conocimientos son inalcanzables" mantenía una fe inquebrantable en una ciencia social igual de rigurosa que la física teórica.



Yo simplemente defiendo que nuestra mente no puede ser en ningún caso la misma en una vida eterna. Es pura...lógica.

Germánico dijo...

¿Qué es nuestra mente? : una adaptación a entornos cambiables y en grado variable impredecibles. Es un motor de búsqueda de oportunidades y peligros y de reacción a los mismos con comportamientos que permitan la supervivencia del organismo. En una realidad en la que no existiesen o quedasen muy alejados la escasez de recursos, la merma de fuerzas, los riesgos para la vida etc etc, una de las premisas bio-lógicas sobre las que se sustenta la adaptación se desvanecería.....¿qué sería entonces la mente? Entiendo que resulte difícil imaginarlo. Pensamos que seguiríamos pensando igual, sentimos que seguiríamos sintiendo igual y, sin embargo....ya nada sería ni podría ser igual.

idea21 dijo...

"¿Qué es nuestra mente? : una adaptación a entornos cambiables y en grado variable impredecibles. Es un motor de búsqueda de oportunidades y peligros y de reacción a los mismos con comportamientos que permitan la supervivencia del organismo"

Esto entra dentro de una posible definición de "mente", pero se parece mucho a "inteligencia" y excluye el núcleo de la cuestión que se refiere al temor a la muerte. Lo que no queremos perder es la "autoconciencia", al protagonista de la "novela biográfica" que todos somos. Aunque nos resulta lamentable, perder parte de la memoria no es lo mismo que morir. A veces nuestra memoria está compuesta por fabulaciones fabricadas en nuestro cerebro, pero la percibimos como nuestra. Ya he comentado que nosotros nos sentimos el mismo ser que éramos a los ocho años. Teniendo en cuenta eso, si llegamos a vivir un millón de años podemos mantener la misma ficción de seguir siendo el mismo ser.

Los escritores de ciencia-ficción especulan que una mente humana puede trascender y fusionarse con supermentes artificiales. Creo que neurológicamente no es imposible, ya que existen los casos de "personalidades múltiples".

En la ciencia-ficción hay varias soluciones al problema de la muerte: una es someter a toda la población a psicoterapia para superar el miedo a la muerte (se englobaría dentro de los cuidados médicos de la sanidad pública), otra es fabricar un soporte "transhumanista", a lo Ray Kurzweil, cosa poco viable con nuestra tecnología actual, la otra solución es esperanzarnos, como hacía Fyodorov https://en.wikipedia.org/wiki/Nikolai_Fyodorovich_Fyodorov en que el avance tecnológico y el avance moral corren paralelos, de modo que una humanidad futura de altísima tecnología tendría la atención de resucitar a los muertos para darles la vida eterna por mero altruismo. Esta solución tiene la ventaja de que podría predisponernos a desarrollar la tecnología en un sentido moral. ¿El desarrollo de la inteligencia conlleva como subproducto el desarrollo moral? Ésa sí que es una buena pregunta

Germánico dijo...

"¿Qué es nuestra mente? : una adaptación a entornos cambiables y en grado variable impredecibles. Es un motor de búsqueda de oportunidades y peligros y de reacción a los mismos con comportamientos que permitan la supervivencia del organismo"

No creo que esto en absoluto excluya el núcleo de la cuestión que se refiere al temor a la muerte.